Hoy
publico post en relación con el libro que ha escrito Samanta Villar, “Madre hay más que una”, y que ha levantado
ampollas durante esta semana.
No
es la primera vez que hablo de la joven periodista en el blog, en su día dediqué un post al programa 21 días. Y es que, una
vez más, lo ha vuelto hacer. Ha hecho periodismo en primera persona vendiendo
su vida y experiencia personal.
Hoy
sin embargo, no quiero entrar en si está bien o mal, en si es periodismo de
calidad o no, en si frivoliza con algo tan serio como la vida y la maternidad, o en el tema de la donación de óvulos.
Para
poneros en contexto, os recuerdo que recientemente Samanta ha sido madre de
mellizos gracias a la donación de óvulos y que ha utilizado su historia
personal para publicar un libro. Así es cómo ha terminado saltando de nuevo a la
palestra.
Las primeras reacciones las han provocado algunas de sus
declaraciones. Tales como…
- “Tener hijos es perder calidad de vida”.
- “Hay un relato único de la maternidad como un estado idílico,
que no coincide con la realidad y estigmatiza a las mujeres”.
- “Yo no soy más feliz ahora de lo que lo era antes”.
- “Abandonemos ya esta idea de que la maternidad es el
último escalón en la pirámide de felicidad de una mujer”.
Cuando he leído estas
palabras de Samanta Villar me he dicho: olé, por fin una madre que no nos
quiere vender la moto al resto de lo maravilloso que es ser madre. Pueda estar de acuerdo con ella o no. Además, del fantástico Club de Malasmadres, que no se me olvide.
Con esto no quiero
decir que ser madre no pueda ser maravilloso, que lo será, o no. Yo aún no lo sé porque no soy
madre. Pero si me atrevo a afirmar que hay madres que son para pegarse un tiro. ¿Por qué algunas nos insisten a las que no lo somos de que tenemos que tener hijos? ¿O nos preguntan con un rintintín a ver cuándo vamos a serlo? ¡Dejarnos vivir en paz, por favor!
Todavía recuerdo
cuando viajaba en metro para ir a trabajar. Todas las mañanas se subía un
grupo de unas 7 madres en la misma parada hablando sobre sus hijos. Podían
estar los 45 minutos de trayecto hablando sobre el color de los mocos de sus
hijos. Yo las imaginaba con un bizcocho en las manos, abriendo la puerta de su casa con una enorme sonrisa y dos retoños, uno a cada pierna. ¡JA! Si algo he aprendido es que hay tantos tipos de madres como hijos en el mundo.
Sin embargo, en aquellos viajes no
podía evitar preguntarme… ¿Es que cuando una mujer es madre deja de ser mujer? ¿No tiene más temas de conversación que sus hijos? Hasta
que un día mi madre, que estaba hasta el moño de mi, su hija, me dijo: “Hija,
yo antes que madre soy persona”.
Después, conocí a otras madres maravillosas que por encima de todo son mujeres. Aman a sus hijos, ¡claro que sí! Pero por mucho que les cambie la vida, nunca dejan de ser lo que eran antes. Salen con sus amigas a comer o cenar, les gusta su trabajo, salen de vez en cuando a bailar, no dejan de ser coquetas y femeninas... Y lo más importante de todo: no intentan convencerte de que tienes que ser madre, ni de lo maravillo que es. Al final es una decisión muy personal, y no se trata de ningún juego.
Al mismo tiempo, supongo que la
experiencia de ser madre es tan subjetiva como cualquier otra experiencia de la
vida. Habrá quienes sufran durante el embarazo, quienes lo lleven mal, quienes
tengan un parto horrible y quienes estén de sus hijos hasta el moño, y otras
que no.
Pero lo que ninguna
mujer puede hacer, bajo ningún concepto, es venderle a otra como si fuera un
comercial, que la maternidad es maravillosa y que debe ser madre o sino su vida no tendrá ningún sentido.
Me cabrea profundamente la presión social hacia las mujeres, en serio, sobre todo por parte de otras mujeres (mira que somos duras con nosotras mismas y entre nosotras). Y desde aquí me atrevo a decir con rotundidad...
Eres mujer, sí, pero no por ello tienes que ser madre. En un don maravilloso y podrías aprovecharlo, claro que sí, pero ante todo es tu elección. Haz lo que te de la puta gana, tal y como hace cualquier hombre de nuestro estereotipado mundo. Si quieres tener hijos, adelante, y si no lleva la vida que tu decidas. No dejes que otros lo hagan por ti; no vas a ser menos ni peor mujer por no ser madre, si no por olvidarte de ti, de quién eres y de lo fantástico que es ser mujer, soltera, casada, madre o no.
Simplemente, mujer.