Tal y como llegó el verano, lo hizo también el invierno. Al
principio fue tu cara, tu calidez, ternura y, por supuesto, tus ojos. Después
llegaron las caricias, los detalles y la magia de su compañía.
Ahora me enfrento al frío del invierno, a la soledad de las
calles. Y ansío que se cierren tus ojos en mi memoria. Qué llegue de nuevo la
primavera aunque sea sin ti y que me llene de flores y más horas de luz. Qué
vuelvan la alegría y las ganas de vivir, y que no se marchen nunca más, por
Dios... Sea cual sea la predicción meteorológica o el cambio de estación.
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